fbpx

Un día tu olor se instaló en aquel lugar de mi cabeza

donde cohabitan tus chistes malos,

el sonido de tus dedos al rozar tu barba,

tu voz medio ronca a primera hora…

Otro día tu voz seguía allí

pero ahora era grave y ya no me contaba chistes,

me cantaba mis canciones favoritas, que eran también las tuyas.

Jamás nuestras, porque nada poseíamos.

Y pasaron los días, los años, las heridas.

Cambiaron tu voz y mi oído.

Cambió tu cara, tus ojos, tus manos y hasta tu nombre de idioma.

Quedé yo, vagabunda incorregible sin más bien que mi voz y aquel lugar en mi cabeza.

 

Abrir chat